sábado, 31 de octubre de 2015

La revolucionaria teoría de Bruce Lipton: Científico afirma que pensamientos curan más que los remedios





El científico Bruce Lipton, un biólogo celular estadounidense de 70 años, reclama una nueva medicina, la que tenga en cuenta la energía por su capacidad para curar. En el año 2006 un pequeño remezón en el mundo científico tras lanzar su libro “La biología de la creencia”, que sería declarado uno de los mejores libros científicos de ese año y que tenía la particularidad de que su línea de investigación era una suerte de unión entre ciencia y espíritu. A grandes rasgos, Lipton planteaba lo siguiente: lo que condiciona a todo organismo vivo es su “entorno” físico y energético, y no su carga genética, como afirma la síntesis evolutiva moderna. Además, la «cooperación» era la base de la evolución para la supervivencia, y no un acto competitivo entre los organismos más fuertes; y, finalmente, los seres humanos, como organismos vivos, no estaban determinados por sus genes, sino condicionados por el entorno y sobre todo por sus «creencias», lo que los convertía en dueños absolutos de su destino.

El doctor Lipton explicó en su libro que “nos han hecho creer que el cuerpo es una máquina bioquímica controlada por genes sobre los que no podemos ejercer ninguna autoridad. Eso implica que somos víctimas de una situación. No elegimos estos genes, los recibimos al nacer y ellos programan lo que sucederá. Yo ya trabajaba con las células en los años 60 y fui un pionero porque en esa época había muy poca gente trabajando en ello. Y un experimento que hice en esa época cambió la idea que tenía del mundo. Cogí tres grupos de células y las puse en tres placas, y cambié el medio de crecimiento y los componentes del medio ambiente en cada una de ellas. Luego verifiqué que en una de las placas se formó hueso, en otra músculo y, en otra, células liposas. ¿Qué fue lo que controló el destino de cada una de ellas si eran genéticamente idénticas? Eso demuestra que los genes no lo controlan todo, es el ambiente. El ser humano es el que controla, dependiendo de cómo lee el ambiente, de cómo su mente lo percibe. La conclusión es que no estamos limitados por nuestros genes, sino por nuestra percepción y nuestras creencias”.
El científico agregó que “cuando tú crees que los genes controlan tu vida tienes una excusa para considerarte una víctima. Hay enfermedades que sí, en efecto, son causadas por un gen, pero estas enfermedades equivalen a menos del 2% de los malestares que sufre la población mundial. La mayoría de la gente viene a este mundo con genes que deberían permitirles vivir una vida feliz y saludable. Las dolencias más comunes actualmente, como la diabetes, los problemas del corazón y el cáncer, son el resultado de la interacción entre múltiples genes y sobre todo de los factores medio ambientales y no son el resultado de un único gen como se ha venido sosteniendo. Por eso se cree que la mayoría de las enfermedades tienen una causa genética o hereditaria y que por tanto no podemos hacer nada para defendernos de ellas o para curarnos. Las personas viven en un constante miedo esperando el día en que sus genes actúen contra ellos y se enfermen mortalmente. El cáncer es un buen ejemplo de esto”.

Uno de los planteamientos del biólogo molecular que más llamaron la atención en la comunidad científica fue que las células de nuestro cuerpo tenían una especie de memoria. “Las células aprenden a través de la experiencia, de su contacto con el medio que las rodea, y luego guardan una memoria que les permite adaptarse mejor y anticiparse a los cambios. Es decir, las células son inteligentes. ¡Esta memoria incluso se mantiene intacta en las células de los órganos que se han donado!”.
La farsa de los medicamentos

El científico dedicó parte de su libro a abogar por un nuevo tipo de medicina, una que tenga en cuenta el poder de la energía y su capacidad para curar. “Nos dan medicamentos para la enfermedad, pero la mayoría de las veces causan más problemas que beneficios. La medicina basada en la farmacología no entiende cómo está interrelacionada toda la bioquímica del organismo. Cuando tomo una pastilla química y la introduzco en mi cuerpo, no solo afecta a aquel lugar donde tengo el problema, sino que afecta a muchas otras cosas a la vez. Son los llamados “efectos secundarios”. Pero, en realidad, estos efectos no son secundarios, sino directos. Según recientes estadísticas en EE.UU., ¡los fármacos matan allí a más de 300.000 personas cada año! Hay algo que no funciona en la ciencia médica. Hace algunas cosas bien, como la traumatología, pero está matando a mucha más gente de la que ayuda”.

Bruce Lipton agrega que “si miras dentro del átomo, hay electrones, protones, neutrones. ¿Y qué hay dentro? Energía. La ciencia más reciente indica que el cuerpo responde a la física cuántica, no a la newtoniania. La mente es energía. Cuando piensas transmites energía, y los pensamientos son más poderosos que la química. Esto, por supuesto, es muy inconveniente para las empresas farmacéuticas mundiales, porque si se aceptara este postulado no podrían vender sus productos. Las propias creencias se convierten en un campo energético, una transmisión, y esta se transforma en una señal que es capaz de cambiar el organismo. Por lo demás, así es como funcionaba la sanación antes del desarrollo de la medicina. La gente sanaba con los chamanes, con las manos… pero eso no puede vender y por eso la medicina y las empresas farmacéuticas no quieren ir por ese camino. Saben que el pensamiento positivo, el placebo, puede sanar, y también que el pensamiento negativo puede matar. Si el médico te dice que tienes cáncer, aunque no tengas cáncer, si lo crees, crearás la química que generará cáncer”.
El poder de la mente humana para la autocuración
El Dr. Lipton advirtió en un capítulo de su obra, eso sí, que vivir en un entorno sano no significaba necesariamente que podíamos curarnos de algunas enfermedades en forma automática. “No es tan fácil, porque la mente interpreta. Puede suceder que estemos en un entorno muy sano y que la mente lo lea como un entorno negativo o perjudicial. Entonces crea una química que hará a mi cuerpo enfermar. Y esto nos sirve para entender cómo funciona un placebo. Si cambio mi creencia y pienso que esto me va a sanar, si tomo una píldora porque creo que me va a traer salud, ésta supuestamente me mejora y me sana, pero la píldora podría ser de azúcar. Y la píldora en realidad no ha hecho nada, han sido mis creencias. Y a eso lo llamamos pensamientos positivos y efecto placebo”.
El biólogo molecular detalla que la mente humana actúa de manera muy particular, pues “si cierro los ojos, los abro y veo a alguien a quien amo, entonces mi cerebro segrega dopamina, oxitocina, etc. Lo puedo sentir en mi cuerpo, puedo sentir el amor, y esa química trae salud a las células. Por eso, quien se enamora se siente tan bien. Pero si abro los ojos y veo algo que me asusta, segrego hormonas del estrés, que frenan el crecimiento del cuerpo y apaga el sistema inmunitario. Por eso cuando estás bajo mucho estrés, te enfermas. Y debo decir que, si tomamos una muestra de sangre de cada persona, descubrimos que todos tenemos células cancerígenas. Las tenemos siempre, pero si está funcionando el sistema inmunitario, no pueden crecer, y, una vez que se apaga el sistema inmunitario, proliferan”.
El poder del subconsciente humano
Bruce Lipton afirma también en su libro que, en la mente, quien realmente tiene el poder es el subconsciente, y que la personalidad y la salud de los individuos se conforma como un «aprendizaje» en el vientre materno y en la niñez hasta aproximadamente los seis años. “El subconsciente es millones de veces más poderoso y más importante que la mente consciente. Utilizamos el subconsciente el 95 por ciento del tiempo, pero no lo podemos controlar. Lo puedes reprogramar. La información del subconsciente se recibe en los primeros seis años de vida. Eso que aprendiste en esos años se convierte en el conocimiento fundamental de tu vida. Por tanto, hay muchos estudios que demuestran que las enfermedades que tenemos de adultos, como el cáncer, tienen que ver con la programación y el entorno que vivimos en los primeros seis años de vida. Es decir, los niños absorben también sus enfermedades o sus actitudes negativas, y así se “programa” su subconsciente. ¡Qué gran responsabilidad para los padres! Está demostrado que si un niño adoptado vive en su familia casos de cáncer, en su madurez puede padecer cáncer, aunque su genética sea diferente. Si te enseñaron a maltratar tu cuerpo con mala información, destruirás el vehículo de tu cuerpo, cuyo conductor es la mente. El futuro es una mejor educación para los niños, incluso en la etapa prenatal.”
Energía vital que se transfiere

El doctor Bruce Lipton, al contrario que otros colegas de su especialidad, también sostiene que la energía vital de un ser humano no necesariamente muere con la muerte física, dando pie a fenómenos como la reencarnación. “Para explicar esto de forma gráfica, diría que el cuerpo es como un televisor: mis antenas captan y reproducen un programa televisivo de Bruce. Esos receptores recogen esa transmisión. Si estoy viendo la tele y se estropea el tubo de la imagen, ha muerto el televisor, pero sigue la transmisión. Pero si otro ser tiene los mismos receptores que tienes tú, volverás a estar trasmitiendo lo mismo, pero en otro cuerpo. Esto explica la reencarnación y quiere decir que el cuerpo puede ir y venir, pero la transmisión siempre está ahí. Nunca había creído en el espíritu, pero cuando comprobé esto en la célula me cambió la vida entera. La pregunta que me planteé es: ¿por qué esa duplicidad? ¿Por qué tenemos un espíritu y un cuerpo? Y la respuesta vino de mis células: si sólo existiera el espíritu, ¿Cómo sé a qué sabe el chocolate? Y sí sólo tengo una parte física y no una parte espiritual, ¿Cómo puedo experimentar y emocionarme con una puesta de sol? ¿Y cómo voy a sentir cuando estoy enamorado? La lección más importante de todo esto es que estar vivo es un regalo, y que hay que experimentar alegría por todo lo que podemos sentir. Cuando hagamos eso, todo el mundo estará más sano”.
Baja PDF del Libro Aqui >>  LA BIOLOGIA DE LA CREENCIA

VIDEO



Fuente: http://www.upsocl.com/comunidad/si-pensabas-que-las-cajas-fuertes-de-los-hoteles-eran-seguras-estas-muy-equivocado/

miércoles, 28 de octubre de 2015

Armonización Con Los Cuencos de Cuarzo

En Centro Mindfulness Transpersonal Puebla, te invitamos cada primer jueves de mes, a vibrar con los cuencos de Mela

Pitágoras afirmaba que “cada cuerpo celestial, cada átomo, produce un sonido particular debido a su movimiento, ritmo o vibración. Todos esos sonidos o vibraciones componen una armonía universal en la que cada elemento, sin perder su propia función y carácter, contribuye a la totalidad”

“Dado que el sonido viaja cinco veces mejor por el agua que por el aire, la estimulación en el cuerpo de la frecuencia sonora es una forma muy eficaz de estimulación corporal total, sobre todo a nivel celular. (El cuerpo está formado en más de un 70% por agua). El estímulo directo del tejido celular vivo, utilizando la vibración de la frecuencia de sonido, ha mostrado un marcado metabolismo celular, y con ello la posible movilización de una respuesta celular de curación”.

La terapia basada en el sonido de los cuencos actúa en los niveles físico, emocional, mental y espiritual. Todos los patrones, pensamientos, emociones y sensaciones negativas cristalizan en nuestros cuerpos sutiles formando una energía densa. Cuando no se produce la sanación en los niveles sutiles, esa energía va aumentando de densidad y bajando de los niveles etéricos al cuerpo físico.

El sonido del cuenco de cuarzo, actúa como un resonador, que con su sonido, es capaz de disolver las cristalizaciones de energía potencialmente dañinas, evitando así que alcancen el cuerpo físico. El sonido del cuarzo nos limpia de energías densas, energías del pasado, bloqueos, creencias y pensamientos de incapacidad, de pérdida de poder, etc, de todo aquello que nos impide avanzar, crecer, aprender, ser más conscientes, más libres, más amorosos y compasivos, más sanos, más vitales. El cristal de cuarzo es energía pura. Su vibración es la vibración del Cosmos, la vibración de la Vida.

Por el principio de resonancia podemos modificar estas frecuencias alteradas. La vibración de los cuencos de cuarzo armoniza la estructura cristalina presente en el esqueleto, su vibración repercute en la columna que actúa como vehículo de resonancia y se extiende a través del sistema nervioso a nuestras células, tejidos y órganos. Esta es la razón de que la vibración producida por los cuencos tenga la capacidad de disolver bloqueos en el cuerpo físico y sutil.

El Sonido del Cuarzo nos envuelve, nos devuelve la paz y la armonía.
Fuente: http://www.pensamientoconsciente.com/?p=3084

martes, 27 de octubre de 2015

Sanando Desde Los Linajes Femeninos-


"De todas y cada una de las mujeres de mi casa llevo la luz y la sombra.
Son cientos y a todas ellas muestro mi veneración, porque del linaje de mis mujeres vine a este cuerpo, a esta familia en concreto. Como hija y nieta de tantas, decido caminar hacia las profundidades de sus úteros para encontrar el origen de la angustia y ponerle fin..."

Qué necesarias son las ruedas de Sanación de los linajes Femeninos, cada vez que regreso de facilitar esta hermosa rueda de sanación de los linajes femeninos y acompañar a tantas mujeres de varios sitios a donde he estado; me percato del dolor, que como mujeres, vamos conteniendo durante nuestro caminar. 
Déjame apoyarme en tus procesos para Sanar Juntas (Pachamama)
Comparto este artículo tan emotivo y encierra el tema de la rueda de sanación de los linajes femeninos.

Madres e hijas” de la Dra. Christiane Northrup -
“La salud de la mujer es el terreno sobre el que crece toda la humanidad. Mejorar la salud de una mujer fertiliza y aprovisiona el terreno para todos, hombres, mujeres, niños, animales, plantas y el propio planeta. El vínculo madre- hija, en toda su belleza, dolor y complejidad, forma el cimiento mismo del estado de salud de una mujer. Esta relación primordial deja su huella en todas y cada una de nuestras células para toda la vida”

Las mujeres, como los hombres,nos creamos en el útero de nuestra madre  .
Bebemos sus emociones, sentimos todo aquello que acontece en su cuerpo, mente y espíritu.
Es nuestro universo durante nueve lunas y constituye nuestra esencial referencia de la vida humana.
En el caso de las mujeres, nuestros úteros son creados en el útero de nuestra madre y en él se imprimirán sus emociones básicas acerca de la feminidad.
Así, en su útero, se albergan también aquellas de nuestra abuela y, si seguimos esta espiral, caemos en la cuenta de que en este útero de creación y recreación, nuestro Templo Sagrado (útero), está construido sobre los pilares de todas las mujeres de nuestro linaje matrilineal.

El legado de todas estas mujeres hasta nosotras (o hasta nuestras hijas) está impreso en nuestro cuerpo, en concreto en nuestros genitales, nuestros órganos sexuales, nuestros senos y nuestro abdomen.
Tener conciencia de esto nos ayuda a entender el porqué de tantos dolores “inexplicables”, de tanta ira contenida y de tantas lágrimas sordas anudadas en nuestra garganta.

Las mujeres de nuestra casa sufrieron miles de abusos, desde la imagen de pecadora que tuvieron que aceptar “gracias a” la Iglesia Católica hasta la reclusión “recomendada” en los fogones.
Nuestras ancestras fueron niñas, fueron mujeres, fueron hijas, fueron madres como hoy lo somos nosotras. Sus miedos y sus contentos eran similares a los nuestros.

Ellas tuvieron sus sueños cumplidos y sus sueños frustrados.
Fueron algo más que cuidadoras, aunque ahora apenas lo recordemos.
Tuvieron inquietudes y necesidades de brillar como las que hoy sólo confesamos ante el
espejo o una mano amiga.


Leyendo el libro de Madre e Hijas  de la Dra. Northrup pude poner palabras a lo que tantas veces había sentido hacía mi madre y hacia mi abuela.
Esa necesidad de verlas como mujeres, sin el lazo específico de la sangre familiar sino con el lazo universal que nos une a las mujeres en manada.
Llorando encontré que en el seno de mi madre residía una mujer llena de poder.
Una mujer a la que podía admirar.
El reflejo de la Diosa, que tantas veces ilustré con dibujos prestados, estaba ahí y era real.
Todos estos años la buscaba y hasta que no bajé la espada del reproche y abracé nuestras sombras no pude ver el verdadero rostro de la mujer en la que me crié y acuné.

Mi madre también es hija, como lo es mi abuela y todas mis ancestras.
Todas tenemos en común nuestra Fuente de Origen y sólo cuando pude llegar hasta ella entendí los misterios más inciertos y oscuros de mi.
Comprendí que muchos no eran míos, supe que tantos otros no eran de mi madre y así fui deshilando la manta de los recuerdos, hasta llegar a Ellas.
Las mujeres del pasado se manifiestan en nosotras a través de los pálpitos de nuestro útero.

Esta Sagrada Vasija contiene las aguas de todas las emociones, suyas y nuestras.
Hemos de sentirla sin miedo para poder elegir qué es lo que queremos quedarnos y qué queremos desechar. Ellas nos acompañan desde la luz si así se lo pedimos.
Simplemente hemos de nombrarlas con solemnidad, con el corazón y los brazos abiertos pidiendo su presencia y ayuda.
Reconociendo el linaje de sangre lunar.
Os invito a invocarlas.
Así lo hago yo desde las profundidades de mi Ser:
"En este caminar soy Erika, hija de Ana Rosa, hija de Lucila, hija de Eleuteria, hija de Pascuala, hija y nieta de las mujeres valientes que me precedieron. A vosotras, abuelas, os invoco desde el Amor, buscando la Sabiduría que reside en vuestro legado".
Con estas palabras reconozco su labor aún perenne en esta Tierra, pues ellas viven en mi sangre. Porque decido honrarlas, las nombro.
 Porque decido liberarme de aquello que no quiero, las nombro.
Ellas son la fuerza que impulsa cada una de mis acciones.
Ellas son la Savia de mi cuerpo.
De todas y cada una, una sonrisa y cientos de lágrimas recorriendo mi cara.
De todas y cada una, el regazo acogedor.
De todas y cada una de las mujeres de mi casa llevo la luz y la sombra.
Son cientos y a todas ellas muestro mi veneración, porque del linaje de mis mujeres vine a este cuerpo, a esta familia en concreto. Como hija y nieta de tantas, decido caminar hacia las profundidades de sus úteros para encontrar el origen de la angustia y ponerle fin.

Siento que no estamos completas hasta el día en que tomamos aire y nos aventuramos a bucear en las profundidades de nuestro linaje femenino
El momento en el que nos reconocemos únicas es el momento en el que honramos aquello de lo que formamos parte.
Sólo cuando pude sentirme cómoda y reconfortada en los brazos de mi madre, pude dar el paso hacia mi propio universo.
Hasta entonces había sido una niña perdida, buscando la aprobación de una mujer que no sabía si amar u odiar.
Fuera como fuera nunca tuve elección, sabía que hiciera lo que hiciera, siempre la amaría.
Pese a todo lo que me dolía reconocerlo, era cierto.
Mi universo fue esa mujer y como nuestra Madre Tierra, por mucho que trates de ignorarla ella siempre te sostiene.
Quizás no es como esperas, pero Ella es el mundo que necesitas para aprender lo que has de aprender. Cuando comienzas a amar tus tifones, cuando entiendes tus cataratas, llegas a encontrarla hermosa.

La miras y te reconoces en ella. Entonces sabes que sois Una, tal y como fuisteis hace años.

Hemos de aventurarnos a recorrer este laberinto mágico que nos conduce a la Fuente.
Nuestro primer pasadizo es nuestro cuerpo y de ahí se abren las puertas hacia las mujeres de nuestra casa.
Pasamos a través de nuestro útero al útero materno y de allí al útero de nuestras ancestras.
De una a otra tomamos conciencia de quiénes somos en realidad.
Cada una descubrimos nuestros misterios y os aseguro, hermanas, que todos son bellos, sea cual sea su forma.

Para avanzar, no sólo hemos de comprender, sino también honrar nuestro origen.

Gracias a Ellas palpitamos.

Sólo Nosotras podemos elegir cómo.

Erika Irusta Rodríguez