martes, 28 de abril de 2015

De lo Sagrado Femenino Celebro que SER MUJER es una BENDICIÓN!

Texto de Myriam Wigutov

Les contaré una pequeña escena muy expresiva (que y si no fuera trágica seria muy cómica!) para comenzar esta nota.

Sucedió hace once años atrás, luego del nacimiento de mi hijo Ulises, estábamos sentados con el neonatólogo en su consultorio esperando que el papa de mi bebe llegara. Ulises tenía apenas un mes de vida, y yo el mismo escaso tiempo de madre. Estaba en pleno puerperio y elaboración/escritura desde hacia tiempo de mi libro/taller “LA RUEDA PURPURA, Taller de Conocimiento Femenino”.

Sentados en el escritorio, el médico el bebé y yo, taborillábamos los dedos sobre la mesa cuando de repente, violentamente, abrió la puerta una mujer con guardapolvo blanco, (deduje que era médica por el modo desabotonado que lucia su vestidura y las joyas que la adornaban), totalmente desencajada a llanto pelado. Y justo a mí me tocó ver ésta escena, pienso ahora! Jajaja! Quizás par escribir esta nota!

Era evidente que la médica estaba pasando por un momento de mucha revolución emocional y espiritual y al mismo tiempo intentaba ocultar inútilmente tanto desborde. Se lanzo a los brazos del neonatólogo y descargo su llanto hasta que pudo explicarse:

-Medica: Es que ayer Anita menstruó!

Esta médica era colega y amiga del ese neonatólogo y su hija mayor, Anita, era su paciente, me explico el medico mas tarde

Pediatra: pero… Te felicito!… (le dijo con fuerte tono de reproche) deberías estar contenta! Porque te pones así?

Medica: ¡Porque estoy muerta de miedo y angustia, no puedo parar de llorar! ¡Ayúdame! ¿Que hago?

Pediatra: (con rechazo y queriendo sacársela de encima) Anda a ver a un psicólogo!

Se hizo un silencio muy sentido.

Recién en ese momento la médica giro su rostro hacia mí y registro nuestra presencia, la mía, y la de mi bebé todo vestidito de azul. Sobreponiéndose al impacto y descargando su lógica furia por no ser comprendida, dijo:

Medica: ¡Que suerte tenes, es varón! No vas a tener que pasar por éstas tremendas angustias!

El pediatra la invitó a salir diciéndole que luego la iría a ver, y una ves solos me dijo: Medico: lo más grave es que ella es médica ginecóloga!

Quise explicarle al neonatólogo de mi hijo que lo que le pasaba a su colega no tenía nada que ver el saber científico sino con la vivencia subjetiva de lo Femenino Sagrado, pero estaba atónita y sabía que era meterme en problemas en ese contexto.

Vamos a analizar la escena: aunque la madre era medica ginecóloga (y diría, más todavía por ello) su angustia revelaba la falta de acompañamiento afectivo y comunitario, la total ausencia de instrucción positiva y espiritual en la experiencia femenina subjetiva, evidencia que su saber científico no solamente no cubre las necesidades de esa madre y esa niña, sino que además las negativaza desterrándolas de la milenaria tradición femenina.

El médico intenta felicitar a la madre porque su hija ha crecido tan bien que se ha hecho mujer. Él tiene ése impulso pero no los medios que lo habiliten para hacerlo, entonces para desembarazarse de la situación quiere despacharla al mundo de la sicopatología, que a su vez tampoco tiene una mirada positiva, y mucho menos sagrada, sobre la menarquia y las instrucciones para las madres y niñas.
El médico quiere felicitarla porque la madre ha cumplido tan bien su rol que ha acompañado a su niña en todas las estaciones del alma anteriores y han logrado pasar con éxito las pruebas necesarias. Pero la angustia de ésta mujer no le permite recibir otra visión del evento que está protagonizando su hija, porque es tanto el dolor añejado en su útero que no puede ver otra cosa más que su propia herida.

También revela la transmisión de sufrimientos de generación a generación, madres a hijas, de abuelas a nietas, tías a sobrinas…
Sufrimientos llenos de silencios, de desconocimiento, de desconexión con nuestra propia fuente femenina y con la trama femenina social y familiar… silencios llenos de reproches que volcamos hacia nuestras madres biológicas, y que la ciencia las culpa. Pero como hubieran podido nuestras madres o abuelas llenar ese vacío si ellas mismas, y así hacia atrás, recibieron ese mismo tratamiento negativo y desespiritualizado!?

Al primer sangrado de una mujer en mi libro/taller lo llamo La Escena Iniciática: “… es la escena en la que nos vemos por primera vez frente a lo Femenino Impersonal o a La Diosa. Esta escena nos conectará o desconectara de ELLA y será un sino, una marca, una huella imborrable que deberemos honrar (si fue positiva) y/o sanar (si fue negativa)…”

También expresa el valor del vínculo madre hija como un lugar lleno de silencios, miedos, exclusión. Escena en la que lo que se le imprime a la jovencita no es el saber acerca de la experiencia femenina de lo cíclico, ni de sus aspectos positivos y sagrados, sino todo lo contrario: temor, rencor, resentimiento, culpa, desprotección y sumisión al orden jerárquico que SUPRIME los valores femeninos esenciales.

Solas y culpadas por la ciencia, la familia, las instituciones, la trama social nos enfrentamos a LA ESCENA INICIATICA que descubren heridas dolorosas. Esos vacíos son los responsables de que las mujeres estemos en tal estado de desconexión de nuestra verdadera naturaleza.

Todas, TODAS, buscamos por infinitos medios esa reconexión, esa reunión con ALGO que nos calme ese dolor. En los PORTALES INICIATICOS FEMENINOS: maternidades, menarquias de nuestras hijas, las mujeres estamos anhelantes de un nuevo mapa, de una vieja/nueva guía. De instrucciones que intuimos y necesitamos se hagan explicitas, para nosotras mismas y para las futuras generaciones. Esa nueva programación es la Nueva Espiritualidad Femenina, la TeAlogia, la Espiritualidad de La Diosa, de la Anciana Diosa Madre , actualizada para los retos de las modernas mujeres que deseamos heredarles a nuestras niñas/os “algo mejor”.

Deseo que cada vez haya más hombres que también respeten y valoren ésta necesidad en las mujeres que los rodean.
Sanar esa herida es una oportunidad, para volver a tejer la larguísima cadena de transmisión positiva que el sistema jerárquico ha cortado, tejiéndola nos reunirá con el vasto océano de TODAS LAS MUJERES y de LA CREADORA DE TODO.

Me hubiera gustado decirle a esa mujer, médica y ginecóloga, que ella misma tiene que sanar su propia experiencia de lo femenino e informarse, pero no de saberes científicos solamente, volverse adulta completar lo que las generaciones anteriores de mujeres no han podido lograr. Que tiene que reconocer y lamerse las heridas que le han dejado tanto tiempo de silencio, de desestima y destierro sobre algo que ella sabe que es importante y es su esencia. Pero después debe activarse, energizarse y potenciarse para salir de la posición de víctima.

Y así cómo ella cada una de nosotras. La ginecóloga que enfrenta el portal iniciático de la menarquía de su hija, presiente la enorme oportunidad de transmitirle a la niña lo positivo de habitar un cuerpo femenino, pero cómo hacerlo si su propia experiencia es tan negativa y no ha podio encontrar el modo de resolver su propio dolor.
Esa mama, medica, ginecóloga, al angustiarse reconoce que en tal circunstancia lo único que le transmitirá a su niña es sufrimiento aunque intuye que podría ser de otro modo, recuerda, quizá inconscientemente que las cosas en verdad han sido originalmente diferentes.

Esta pequeña escena revela que así como una mujer experimenta y vive, su propio ciclo menstrual, y con ello todo lo relacionado con su experiencia de lo femenino así se lo transmitirá a su hija, porque quizá es una de las pocas cosas que aún siguen heredándose por vía materna, porque éstos saberes no son de la razón, sino del alma y esas cosas se transmiten con los gestos, las acciones, los silencios, y los pensamientos.

Esta mamá, como muchas de nosotras, necesita guía, consejo, acompañamiento especial para un momento especial, va a buscarlo en el medico pero se frustra y se choca con la soledad y el adjetivo tácito de “neurótica”, cuando el médico la manda a ver a un psicólogo porque está conmovida y carece de información adecuada y de trama social que la guíe. Y porque, además , es varón.

Es que, en nuestra cultura, jerárquica, androcéntrica, patriarcal, nadie se ocupa de “ESTO”… de las transiciones de la vida de una niña en joven mujer, de una mujer en madre, de una madre en abuela… Nadie se ocupa de instruirnos en los nuevos valores que debemos adquirir y de los viejos valores que debemos desechar… La angustia de esta mujer es la de muchas, mientras nada mueva demasiado el “estatus quo”, las estanterías de la vida, los vacíos y los conflictos quedan ocultos bajo la alfombra, pero la PRIMERA LUNA (que eso es lo que significa literalmente menarquia, palabra tan carente de poesía!) de su niña puso sobre la mesa un monstruo que venía siendo ocultado con decoro: la relación con su propia femineidad, con su cuerpo, con su inconsciente colectivo de género, con sus propios ciclos, menstruales, lunares,
vitales y cósmicos.
Por más ginecóloga que sea… por más que intente racionalizarlo, la relación con LA FÉMINA IMPERSONAL es una relación de una profundidad, magnitud, envergadura y alcance a la que recién comenzamos y nos estamos animando, unas a otras, a develar. Seguramente a ésta Mamá no le falta información biológica, cientificista, medible, objetiva y racional; seguramente esa información es la que le sobra pero no logra dar las respuestas adecuadas; más la que le falta es esta otra información: la que se recoge con la piel y los oídos del corazón, la que nos susurra LA QUE SABE y vive en nuestra pelvis, la que circula en los nuevos y tan ansiados Círculos de Mujeres, en las prácticas de yoga
durante el embarazo, en los círculos de lactancia.

Este artículo pretende ser una compañía para la reflexión, una invitación para celebrar la maravillosa dicha de la vida, con el intento de que nuestras niñas reciban una iniciación enriquecida.
Para todas las Mamás que están por parir, o recibir la primera luna de sus niñas, para todas las abuelas primerizas, les sugiero que se concentren MÁS en hacer un profundo trabajo interno en si mismas, que en preparar grandes fiestas y ceremonias exteriores que, si no van de la mano de un profundo trabajo de auto transformación, son pura cáscara.

Las invito a que busquen instrucción autorizada y competente sobre el ciclo menstrual-vital/lunar femenino espiritualizado. Que revisen sus propias heridas y así puedan transformar los antiguos mandatos negativos en nuevas instrucciones positivas.

¡Celebro que SER MUJER es una BENDICIÓN!

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